Etapa de Discernimiento.  Tomás de Kempis, autor de la Imitación de Cristo (siglo XV), exhortaba a tener prudencia en las acciones con las siguientes palabras: "No se debe dar crédito a cualquier palabra ni a cualquier espíritu; mas con prudencia y espacio se deben, según Dios, examinar las cosas. [...] La buena vida hace al hombre sabio, según Dios, y experimentado en muchas cosas. Cuanto alguno fuere más humilde en sí y más sujeto a Dios, tanto será más sabio y sosegado en todo." A veces no sabemos que rumbo tomar ni por cual decisión optar; es en estos momentos donde necesitamos sabiduría, prudencia y discernimiento para no equivocarnos, ni herirnos ni herir a las personas que están a nuestro alrededor, lo peor que nos puede pasar en la vida es "pasar" por ella y que ella nos pase a nosotros, o simplemente querer pasarla bien. Discernir significa medir fuerzas, capacidades, valorarse y arriesgarse.

El Papa Juan Pablo II nos hacía un reto que no podemos olvidar: "Jóvenes, cuando elijan su futuro, no lo hagan sólo para ustedes mismos." Una vez que hemos descubierto que no estamos demás en el mundo y que hemos avanzado por la vida buscando respuestas, debemos detenernos y discernir, para esto se hace necesario intensificar el dialogo con Dios y con los otros; en esta etapa se hace urgente y necesario preguntarse muy en serio, ¿qué quiero? ¿puedo conseguirlo? ¿por cuanto tiempo?¿con qué auxilios? Y lo más importante ¿Eso es lo que Dios quiere y me pide? ¿Puedo darlo? ¿Quiero darlo? ¿Me hará feliz? Si hay algo que caracteriza a esta etapa es que nunca como en ella, el destino está en tus manos; la decisión que tomes será la correcta, pues viene de ti. 

 El destino 

Cuentan que había un hombre muy sabio y anciano en la cumbre de un "monte". La gente de la aldea al corregir a sus hijos siempre les decían: no griten, porque el anciano sabio que mora en lo alto del monte dice que: ¡Quién grita pierde la razón y ofusca el corazón!. No peleen, porque el anciano enseña: ¡Quién emplea la fuerza oculta su vulnerabilidad, al no ser fuerte como hombre, libera un monstruoso animal que lleva dentro de sí! No falten a sus mayores, ya que el sabio de la montaña instruye: ¡Quién ignora las canas, ignora el futuro y quien no respeta el mañana, irrespetara el ahora! Todos los minutos, a cada acción de los jóvenes y niños rebeldes, le sucedía una enseñanza de los padres, de lo que decía el anciano sabio que moraba en el monte. Como era de esperarse, ellos estaban hartos de tanta enseñanza, y un día, dos de ellos se decidieron poner fin a la fama de sabio del viejo del monte. Salieron con esa intención muy temprano y buscaban la manera de consumar su plan. De pronto dos pajarillos que ensayaban sus débiles alitas cayeron ante ellos de la copa de un árbol El mayor de los dos jóvenes exclamó: ¡Ya lo tengo! ¿Qué cosa? Preguntó el otro. La manera de acabar con la fama de sabio del viejito. Esto es lo que haremos: nos acercaremos a él con las manos ocultas y le preguntaremos: Anciano sabio: ¿A qué hemos venido? Si nos dice algo parecido como: a preguntar algo, creo..., le diremos: sí. Dinos: a parte de las preguntas ¿traemos algo más? Si nos dice que llevamos los pajaritos, porque tal vez nos vio y no nos dimos cuenta, le diremos ¿Y como están esos pajaritos? Si nos dice que están vivos, los apretamos y sofocamos y se los enseñamos muertos. Si nos dice que están muertos, abrimos las manos y los dejamos volar. Y se acabó su fama y la necedad de nuestros padres, y ya. Así subieron el monte cuando llegaron donde el sabio y le dijeron: Dinos sabio ¿A qué hemos venido? El anciano con sus ojos cerrados, les respondió: Supongo que han venido a buscar respuestas. Más o menos, dijeron los jóvenes. ¿Sabes si traemos algo más? Si, respondió el anciano suspirando profundamente. ¿Dinos que traemos? Traen sus vidas y unos pajaritos en sus manos. Palideciendo, los dos jóvenes replican: ¿Dinos como están esos pajaritos? Ya se los he dicho, pero no supieron escuchar. Abriendo los ojos y clavándolos en los de los jóvenes les dijo: Traen sus vidas y unos pajaritos entre sus manos. Esos pajaritos representan su juventud y sus vidas, ellas están como ellos: en sus manos. Si los quieren vivos, vivirán, si los quieren muertos, morirán". ¿Sabes lo que quieres y cómo lo quieres?

 En esta etapa de discernimiento vocacional se estimula el crecimiento de las inquietudes vocacionales de quienes perseveran en los encuentros, y de aquellos que crecen en sus comunidades o parroquias a través de sus compromisos apostólicos, grupales y parroquiales; dando prioridad al crecimiento espiritual fundado en una fe sólida, que crece y madura en la frecuencia sacramental, la oración y el apostolado.

El joven está en el umbral de las respuestas, la niñez está llena de preguntas: ¿qué es esto? ¿aquello? ¿por qué es…? ¿para qué…? Llega la adolescencia y abandonamos las preguntas para aventurarnos a la libertad, al descubrimiento de uno mismo… Ahora estás en plena juventud con interrogantes aún sin resolver: ¿casarme? ¿profesión? ¿trabajo? ¿ser padre/madre de familia?, ¿ser sacerdote?.Es la hora de tomar decisiones. Nadie lo hará por ti. Esta etapa es la más especial, pues ya has recorrido largo camino de discernimiento. Decide de acuerdo a tus convicciones, de acuerdo a tu conciencia, a tus creencias. Que nada influya tu decisión trascendental, pues de ella depende tu felicidad.

EL PAPA NOS DICE

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