Jesús dijo " el que pide, recibe; quien busca halla; quien llama a la puerta, se le abre" (Mateo 7, 8). Sin busqueda no hay encuentro, sin encuentro no hay discernimiento.

Cada día que empieza trae sus metas, preocupaciones, derrotas, esfuerzos y conquistas; pero es indudable que la pregunta por el mañana y lo que deseamos de él caracteriza a la juventud. Su santidad Juan Pablo II afirmó sin vacilaciones en su libro Cruzando el umbral de la esperanza, que la juventud "no consiste en al acumulación de un determinado número de años, sino en el período que buscamos respuestas a las grandes interrogantes de la vida, y buscamos darle sentido a la misma". ¡ Búsqueda , he aquí la segunda gran etapa de nuestra vida! El ser personas en búsqueda, obedece a que somos seres inacabados, somos "proyectos", nos estamos realizando y construyendo a diario. Todos buscamos la felicidad, la verdad, la eternidad, el amor; donde nos distinguimos unos de otros es en el "donde" lo estamos buscando. La segunda etapa del discernimiento vocacional es esa búsqueda de respuestas y de sentido para la propia vida. La búsqueda quiere ayudar a los jóvenes a no identificar placer con amor, peligro con riesgo, alegría superficial con felicidad duradera, acompañándoles en su búsqueda, ayudándoles a decirle a Jesús, lo mismo que un día, el joven Samuel le dijo a Dios: "habla, que tu siervo escucha". 

Es en la búsqueda por la Plenitud, por el sentido último de la vida que tiene lógica plantearse la vocación específica ya sea al matrimonio, a la vida consagrada o al sacerdocio. Sin búsqueda no existe deseo de formarse, no existe actitud de escucha, es decir, de discípulo. Sin búsqueda no hay encuentro con Dios, no hay encuentro con la Plenitud.Ahora bien, se trata de buscar la Plenitud no migajas de ella.

EL PAPA NOS DICE

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