Imagen de la Virgen María del altar dedicado a ella en el Seminario Menor Pío XII
Así como María es Madre de Cristo y de todos los hombres, es Madre de todos las vocaciones de especial consagración: sacerdotal, diaconal, misionera, religiosa y de secularidad consagrada. Refiriéndonos tan sólo a la primera, podemos decir por ejemplo que en sus entrañas engendró al Sumo y Eterno Sacerdote, allí tuvo lugar la primer ordenación del sacerdocio del Nuevo Testamento, y junto con Él, Jesucristo, Cabeza del sacerdocio del Nuevo Testamento, a todos los que participan del mismo sacerdocio.

 A su Hijo Único lo acompañó, lo alimentó, lo cuidó, lo guió, lo formó, lo educó, lo amó,... Así con aquél que ha sido llamado al sacerdocio: Ella nos acompaña en toda nuestra vida, en especial, en los momentos de la decisión vocacional, en la vida del seminario, en la ordenación... más adelante en toda la vida sacerdotal... Nunca nos deja solos. Nos alimenta con el ejemplo de sus virtudes, alcanzándonos la gracia como Medianera de todas ellas. La Virgen María nos cuida, no permitiendo que el enemigo de la naturaleza humana triunfara sobre nosotros. Ella Nos guía al inspirarnos siempre: Haced lo que Él os diga (Jn 2,5). Nos forma, de manera semejante, a como lo hizo con Jesús, porque somos sus hijos, y una Madre siempre forma, educa a sus hijos: Mujer, he ahí a tu hijo (Jn 19,26). Ella nos ama con un amor de predilección que hemos experimentado muchísimas veces en nuestra vida. 


El Misterio de las vocaciones.

Hablar de las vocaciones es hablar del misterio del amor de Dios que elige a personas concretas para misiones importantes. Hagámonos unas breves preguntas y respondámonos de igual manera: 

¿Cuáles son las vocaciones de especial consagración? 
Comúnmente se consideran cinco: sacerdotal, diaconal, religiosa, misionera, secular.
¿En qué consisten las vocaciones de especial consagración?  
Esencialmente, consisten en tres cosas:
 – En el llamado de Dios, que es lo más importante de la vocación y que produce necesariamente, en el candidato, la idoneidad; 
 – La idoneidad, que es efecto del llamado interior de Dios, es triple: idoneidad física–psíquica; idoneidad moral, que implica siempre la recta intención; e idoneidad intelectual; triple idoneidad que es condición sin la cual no debe darse el tercer elemento;
 – El llamado de la Iglesia, que hace las veces de Dios aquí en la tierra.
¿Cómo llama Dios? 
Dios llama «tocando» el alma con su gracia. El llamado de Dios ordinariamente es interior. Es Dios quien desde dentro inspira a las almas el deseo de abrazar un estado tan alto y excelso como es el de la vida consagrada. Podemos reconocer dos pasos. Hay quienes dicen que para que haya auténtica vocación es necesario ser llamados directamente por la voz del Señor de modo extraordinario como cuando llamó a Pedro o Andrés, ahí sí no hay que demorar e ingresar de inmediato. Pero cuando el hombre es llamado sólo interiormente, entonces es necesaria una larga deliberación y el consejo de muchos para conocer si el llamado procede realmente de una inspiración divina. Conviene decir que éste último caso es el más común. 

 El deseo interior y desinteresado de abrazar el estado de consagración es auténtico llamado divino, por ser un deseo que supera la naturaleza, y debe ser seguido al instante; hoy como ayer son válidas las palabras de Jesús en la Escritura. El consejo si quieres ser perfecto ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres (Mt 19,21) lo dirigía Cristo a todos los hombres de cualquier tiempo y lugar: cualquiera que haya dejado casa o hermanos... por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna.

Bajo este sentido, la figura monumental de María es clave. Ella mejor que nadie nos enseña a saber escuchar la voz interior del Señor. Es cierto que el ángel le anuncia que será Madre, pero recordemos que esta manifestación de Dios solo se da después de una práctica espiritual y una escucha atenta a la voz de Dios desde mucho antes de la anunciación. Es decir, María escuchó al Ángel Gabriel, Dios se manifiesta de modo singular, porque ella había sido una mujer que buscaba el encuentro con Dios. María es elegida por el amor de Dios, pero esa elección da fruto en ella porque fue obediente y disponible. Algunos teólogos han llegado a decir que si hay una virtud que nunca debemos dejar fuera de la vida de María es su disponibilidad, María es la mujer disponible al plan de Dios, esa disponibilidad le ayuda a creer, amar y a saber esperar. 

La disponibilidad engendra respuesta, por eso María siempre tuvo capacidad de respuesta, aún en medio de las dificultades y muy probables desánimos, ella se impone con su “sí”, con su disponibilidad; hace que la vocación se transforme en vida, es decir, la llamada de Dios se hace respuesta, esto es, se hace vida en la persona concreta del llamado. Entonces, si la disponibilidad de María engendra respuesta, podemos decir que esto no solo se da en ella sino en todo aquél que como ella está disponible a escuchar, a creer y a vivir según lo que Dios le pide. 

Pbro. Carlo Enrique Barrera Gómez
Rector

EL PAPA NOS DICE

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